sábado, 8 de diciembre de 2018

Un círculo perfecto

Todo comenzó en 2008 cuando nuestra protagonista se lanzó a colaborar en un proyecto, construir un mariposario en una sala de juntas. Sin importar el cómo, su objetivo era crear vida y belleza que pudieran aliviar la pena ante la triste pérdida que acababa de su sufrir.
Aquel 28 de agosto marcaría su vida, una mujer joven acababa de partir sin regreso posible, y pensó que su dolor podría verse reconfortado si creaba algo especial.
Diez años después Irlanda le devolvió su magia dándole una respuesta a través de una frase de calendario, que curiosamente reflejaba el 28 de agosto: Sólo cuando nos vamos haciendo mayores aprendemos cuan maravillosos somos....
Esta historia ve hoy su final, cuando en una tarde de otoño de 2018 una mariposa vuela hacia mi encuentro, posándose sobre la ventana.
En este preciso momento, capturado en una imagen, descubro que el círculo se ha cerrado, que la transformación ha ocurrido, que el puente que decidí cruzar así como el camino elegido han marcado la diferencia.
Me he convertido en la mujer que soy, desterrando los miedos para poder vivir.
Y me sentí y siento agradecida por la oportunidad que la vida me está brindando, y por las personas que de una forma u otra está poniendo junto a mí.
Gracias!!!!!!!

domingo, 2 de septiembre de 2018

Reflexiones de final de agosto

El punto y final de la temporada estival es sin duda el tema más comentado desde que tengo uso de razón, nos pasamos los días previos a esa fecha mirándonos con cara consternada y diciendo esto se acaba.
Pues este año he decidido que esto no va a ser así, al menos para mí. He disfrutado de un verano maravilloso, si bien es cierto que julio lo he pasado trabajando no me importa porque lo hice con agrado y disfrutando de cada proyecto que se estaba gestando, y que ahora en septiembre retomaremos para darle forma e intentar que llegue a buen puerto. Además con mucho esfuerzo y esprintando pude cerrar el ordenador el 27 de julio. Que bien me ha sonado todo el verano decir desde julio hasta septiembre, me entraba la risilla floja de los niños pequeños y que agradecida estoy de haberlo podido hacer y disfrutar.
A partir de ese día y tras una comida familiar, a preparar mochilas y mi maleta, si habéis oído bien, porque este año también yo me he ido de vacaciones. Todo eran señales a mi alrededor una cena de importe 22,22, música celta, la recuperación de un sueño escrito desde el año anterior... todos los ingredientes apuntaban a esa dirección, iba a ser una experiencia inolvidable.
Contaros el viaje, bueno eso lo voy a ir desgranando poco a poco y en sucesivas entradas, todavía quedan muchas fotos por ver y momentos que integrar.
Si puedo decir que despido sin pena el mes de agosto, feliz por todo lo que me ha regalado cada día y es que revisando cada página del calendario puedo encontrar un motivo para sonreír, la mayoría de las veces hasta dos.
Soy muy consciente que para todos no ha sido así, yo también he tenido mis sinsabores, aunque mirando la balanza siempre gana lo mejor de cada minuto, espero que para todos también puede ser dentro de un tiempo.
Así que un beso con achuchón para agosto y un bienvenido septiembre.

jueves, 16 de agosto de 2018

Fuera barreras

El soldadito de plomo esta es la historia que me ocupa hoy, el relato de alguien que pese a su discapacidad no cejó en su empeño de volver a ver a quien más quería. Ella una bailarina, perfectamente colocada,  de piernas rígidas y poco flexible en su cuerpo y en su corazón. Vale, ya he dado mi opinión en el primer párrafo, ¿y ahora que? Pues nada sigo con el cuento porque esa es sólo una de las conclusiones a las que podemos llegar. Si lo leemos con atención hay muchas más dispuestas a dejarse desgranar a medida que avanzamos en la trama.
En las primeras líneas, nuestro protagonista, que se sabía diferente a los demás, se fija en ella, una chica fina y delicada a la que parece faltarle una pierna, como a él. Desde su perspectiva no alcanzaba a verla completa, a él le pareció que era perfecta y por eso la miraba. Su persistencia atrajo la curiosidad del duende negro que le ordenó dejar de mirarla.
Esto me recuerda la de veces que he oído:  "Eso no es para ti, tu sigue así que verás que desengaño te vas a llevar". ¿Cómo que no? ¿Quién marca lo posible y lo imposible? Esto era muy propio de las familias, naciste pobre, pobre has de morir, que poder tan grande tienen las palabras y cómo marcan los destinos.
Frases de este tipo sentencian nuestra vida, traen consigo los miedos que tienen un gran arraigo en nosotros. Aunque de forma consciente no lo aceptemos termina sucediendo lo que nos dicen, las palabras se convierten en realidades. Algo así le pasó a nuestro protagonista, probablemente las palabras del duende le hicieron mella y la casualidad hizo todo lo demás, el soldado cayó por la ventana, justo dónde nadie podía verlo. Su fuerte sentido del deber hizo el resto, no pudo gritar, no en vano llevaba un uniforme. Y así un montón de aventuras sin fin que le acontecieron, porque era lo que debía ser.
Aunque el tenía una receta mágica y es que creía en si mismo y tenía un objetivo: volver a ver a su amada. No importaba el cómo ni cuando, sólo el fin. Y es que cuando algo de verdad nos importa desaparecen las barreras, da igual la altura de los obstáculos porque encontraremos la manera de saltarlos, y sino los rodearemos, aquí me incluyo yo que hace bien poco he subido montañas, jajajaja aunque esa es otra historia que contaré más adelante.



miércoles, 7 de marzo de 2018

Mis mayores heroinas


Esta es la historia de una niña curiosa e inquieta, que decide un buen día saber quién es y de dónde viene. Vive en un tiempo en el que honrar a nuestros mayores, pasa del respeto sin más, porque así te lo dicen, a la admiración y asombro ante su sabiduría. Su madre la mira con ternura y le dice: “Con el paso de los años recordarás muchas de esas frases que te han dicho y que por juventud inocente o por falta de interés no entendiste en su momento”. Entre ellas no hubo más palabras, la madre sacó de la caja secreta de las mariposas un cuaderno azul. Tenía pocas páginas escritas, las suficientes para acercarla a la vida de dos mujeres, reales y que le ayudarían a conocerse a sí misma.
Pensaba serían formas de entender la vida muy distinta, aunque a la vez tan parecidas. Y es que todo despende del cristal con que se mire. Cada una de ellas dignificó a su manera y con los medios que tenía a su alcance, el papel de la mujer, viviendo de la mejor forma la vida que les tocó vivir.
Empecemos por la tía abuela Antonia, una mujer que nació con el siglo XX, soltera por decisión propia, eso decía ella, que dedicó su vida a la costura, a la lectura, hizo sus pinitos en la escritura y por supuesto fue la segunda madre de sus sobrinos y sobrinos nietos.
En su momento las mujeres que no se casaban, cuidaban a toda la familia, padres, hermanos, y así hasta que unos morían y los otros se marchaban de casa. Ella que se fue a vivir con una hermana, 18 años más joven que ella, nunca quiso ser una carga familiar, así que decidió vivir de uno de sus talentos: coser. Mientras tejía la ropa, su cabeza hilaba historias. Una tras otra tomaban forma en su imaginación. Luego llegaba a casa, a veces con el zumbido de las bombas todavía martilleándole el oído, y las pasaba a un cuaderno, con esa letra cursiva propia de quien fue poco a la escuela y se curtió así misma.
En sus conversaciones, con los más pequeños, se mezclaban aventuras y ansía por saber de lo desconocido, todo ello salpicado con el más puro convencionalismo religioso, como marcaba la época.

¿Qué nos dejó? Además de mucho amor y el placer de disfrutarla, su colección de libros y escritos. Tardamos muchos años en apreciar el verdadero valor de lo heredado, aunque todos coincidimos en lo mismo, estábamos ante una mujer de gran coherencia que supo adaptar su libertad y curiosidad a los años que le tocó vivir. Podría haber sido una gran inconformista y su historia habría sido diferente, ella eligió vivir así. Decidió aceptar las reglas sociales aunque manteniendo intacta su libertad para soñar y por eso sabemos que fue feliz.

 La siguiente es Ginesa, mujer de genio y carácter donde las haya. Nacida en 1907, al igual que a Antonia, le tocó vivir guerras y la vida en el campo. Sólo que ella si eligió casarse y ser madre.

Años más tarde y ya siendo bisabuela, se paró en medio del salón y viendo a sus nietas estresadas, con unos niños que no paran de llorar, musitó cual observador externo: “¿Que habéis hecho?, mirad que vidas, ¿es esto lo que de verdad queréis?”. La respuesta no tardó en llegar, las nietas se volvieron airadas, diciendo que era una antigua y que como era posible que les dijera eso, con lo que les había costado llegar hasta allí.

Analizando la imagen no podemos cambiar la historia, aunque si darle una perspectiva diferente. Si alguna de ellas pudiera hablarle seguro le diría: “Abuelita en ese momento no supe entender el alcance de tus palabras, ahora entendemos el mensaje, tu preocupación iba más por cómo nos veías: malas caras, prisas, estrés, que por la forma de vivir la vida”. Pensabas que la mujer sacrificaba mucho con su incorporación al trabajo, y que asumir doble tarea: doméstica y laboral, era demasiado. Tenías razón lo es, aunque fue necesario asumir los riegos que suponía salir de nuestra zona de confort. Vivíamos felices a nuestra manera, y con el paso de los años hemos sido más conscientes de todos los cambios que necesitábamos hacer. Seguro que si vuelves serías una de las nuestras.

Tras unas páginas en blanco y casi llegando al final del cuaderno se encontró con estas letras:

Ahora y siempre ¡vive!, no importan las circunstancias que te hayan tocado. Si miras para atrás, verás que ellas ya lo hicieron y que a modo de pequeños colibríes aportaron la semilla de lo que hoy eres tú. Es el mejor ejemplo que te puedo poner. Por ellas que ya fueron y por las que serán: ¡Vive!

jueves, 15 de febrero de 2018

Compartir para crecer


Hace unos meses ya compartía con vosotros el sueño, de una de mis hijas, hecho realidad.  Y ese post terminaba con el pensamiento Creer es Crear.
Ayer volví a vivir una jornada de esas para recordar, de esas en las que aún estando cansada, pude pararme 10`a agradecer lo que había sido el día. Alrededor de 10 años separan el paseo por las canteras Romanas de Cartagena, una mañana de septiembre de 2008, del documento que en .PDF enviamos a la Comisión Europea. Una década, con todas sus días y noches, en las que he vivido multitud de experiencias personales y trabajado en temas que nada tenían que ver con este proyecto.
Cada septiembre me volvía la idea, una y otra vez, aunque nunca veía el momento para retomarla. Ahora entiendo porque. Este proyecto no podía hacerlo sola, necesitaba que llegaran las personas adecuadas con las que compartir y formar un equipo sólido en el que cada uno con sus talentos diera forma al puzzle.
Ver terminado el proyecto ha sido laborioso, no valía con dejar la semilla sola y que creciera salvaje. Había que plantarla, regarla, darle la mejor orientación y perseverar día a día, para evitar que un mal viento o una lluvia inesperada acabara con ella. Con la fragilidad propia de un recién nacido, la fuimos cuidando y alimentando hasta presentarla en sociedad. En esta parte toca hacer un alto en el camino, para de nuevo agradecer la colaboración de todas las entidades que han confiado en nosotros y que cada día insuflaban con sus ideas aire fresco a la propuesta.
Y ayer día oficial del Amor, lo enviamos. Atrás quedan los meses de ese libro verde caído en la estantería, como dice una campaña de publicidad cambiemos el verde esperanza, de eso que esperamos que pase, por verde constancia, lo intentamos, lo intentamos hasta que lo conseguimos.
Mas allá de la evaluación objetiva, me pregunto: ¿Habrá sido la química? ¿Un Buen sustrato? ó ¿la Magia de la ilusión? Ahora estoy casi segura que ha sido la combinación de todos estos factores juntos. Y  lo estoy porque sumar siempre es una apuesta ganadora.
Gracias compis.




lunes, 22 de enero de 2018

La boda del año

A lo mejor esta entrada tenía que haberla escrito mucho antes, aunque ya sabéis que estas cosas llegan en el momento que corresponden, ni antes ni después.
Tras meses de espera llegaba el gran día, madrugón, nervios, esperas y ... la marcha nupcial empieza a sonar.
Si cada vez que he tenido la ocasión he dedicado unas palabras este día no iba a ser menos, comparto con vosotros lo que escribí desde el corazón, y lo acompaño de una foto que parece echada para este momento.

José y Susana, estamos hoy aquí para celebrar este viaje que emprendéis, igual que habéis sido los protagonistas de esta ceremonia, os deseamos que cada día seáis los principales actores de esto que llaman la vida. Hoy somos muchos los testigos de vuestra fe y amor, y desde aquí deseamos que siempre sea así. Como hermana mayor te doy la bienvenida Susana y esperamos que junto a toda la familia y amigos sigamos escribiendo cada página de este libro.
En todo libro de la vida, siempre debería haber una sección especial de agradecimientos. En el podréis escribir cada día aquellas cosas por las que la vida merece la pena. Y si os parece, hoy os doy la primera entradilla: gracias Señor por habernos ayudado a elegir la persona con la que compartir nuestras vidas.
Poco más puedo añadir, ya que las historias de amor  son siempre  felices y bonitas. Este es nuestro deseo para vuestra unión. Aunque como sabemos que también habrá nubarrones, en este punto permitirme que os pueda aconsejar: afinar bien la vista porque tras la tormenta, siempre sale el sol y antes de él, el arcoíris, que con toda su gama cromática nos recuerda que hay tantos puntos de vista como colores y que las cosas cambian según las miremos.
Felicidades

jueves, 18 de enero de 2018

Lo que es tuyo es para tí

Y entonces un día sucede, todo aquello que visualizas y proyectas se muestra ante ti, listo para ser tomado y disfrutado. En ese momento entras en un estado de emoción, mezclado con nerviosismo, en el que no sabes si gritar, si levantarte y besar al que tienes enfrente.... En mi caso sentí como flotaba mi cabeza, el cuerpo se me erizaba y cuando fui capaz de recomponerme, alcancé a decir un gracias.
Seguro que lo he hecho otras veces, aunque está fue diferente, lo hice de forma consciente, entendí la señal que me llegaba desde el corazón y me susurraba firme, hazlo, en tu mano está.
Tras hacerlo, sentí la emoción de dar, percibí el agradecimiento en los ojos de aquel que me había pedido y pude devolverle una mirada llena de satisfacción, lo merecía, era lo que correspondía, el punto al que teníamos que llegar tras tiempo de pedir.
En ese momento, comencé a notar como mi mochila bajaba de peso, empezaba a equilibrarse mi mundo. Una puerta se empezaba a abrir invitándome a entrar a esa habitación, y eso he hecho cruzar el umbral....
Lo que venga después ya os lo iré contando o lo iréis viendo.
Besitos y bienvenido 2018.