Este es de esos momentos en el que nos sentimos que somos mayores y que tenemos respuestas para todo y claro la vida azarosa viene a recordarnos que estamos para aprender y que para nada tenemos las cosas bajo control.
Estando en una reunión de la que sólo participábamos mujeres, en ese momento, Susana, nuestra acompañante, nos preguntó con que diosa nos identificaríamos. En ese momento me quedé en blanco, volví por un instante al colegio y conté mentalmente cuantas compañeras tenía por delante para contestar antes de que me tocara.
Activé todos los mecanismos de mi memoria, repase la mitología griega y romana, y una tras otra fueron desvelando los nombres de las figuras femeninas algunas conocidas y otras no, vamos me repetía una y otra vez, vamos tienes que encontrar ese personaje con el que te sientes a gusto.... y no puede ser, una y otra vez venía a mi mente la misma imagen.
Ya sólo quedan dos personas para que me llegue el turno y seguía con la misma visión, se acabó pensé cuando la chica de mi derecha estaba comentando como se sentía, lo voy a decir porque yo me veo así.
Cuadro pintado por Mª José Delgado Calín |
Seguimos con nuestra reunión y ahí quedó esta imagen. Al regresar del viaje y estando una mañana sentada con un buen café... Me vinieron a la cabeza dos palabras inglesas: Mermaid y Siren, que en español traducimos como Sirena.
Entonces, y por supuesto sin intención de hacer un estudio de filología, comencé a indagar en los distintos sentidos que podía tener cada una de esas acepciones y me quedé con lo que en esencia había querido decir ese día.
En el mar cuentan que habitaban muchas criaturas, unas serían leyendas, otras creaciones de la mente humana que necesita poner nombre y descripción a todo lo que vemos. Entre ellas aparecen dos con forma de mujer, claro que la historia ha sido contada por hombres y en un principio los marinos también sería hombres.
Las sirenas, mitad mujer mitad ave, han pasado a la historia, como bellos seres, que cantaban y con su voz hacían presagiar grandes desgracias ya que en la mayoría de las ocasiones arrastraban a los barcos hacia acantilados provocando naufragios. Y es que volvían locos a los tripulantes de las embarcaciones, aún siendo auténticos lobos de mar.
Yo misma Bajo el Mar |
En ese momento en que pude fusionar todas las palabras y sus sentidos, me sentí plena porque de una forma, a lo mejor un tanto infantil, había descrito la figura con la que me sentía identificada.
Desde muy pequeña me he sentido muy cómoda en el mar, estoy nadando desde que tengo uso de razón y de alguna forma en mi caminar por la vida me siento como esa ninfa que acude presurosa al rescate cuando la necesitan. Unas veces lo haré con mayor tino que otras aunque siempre ahí dispuesta a saltar contra viento y marea para resolver la cruzada que tengamos ante nosotros. Una veces me involucraré hasta la médula, otras te daré un número de teléfono, otras será una sonrisa, sea como sea ahí estaré.
Y que relajación sentí cuando por fin lo pude entender, como los niños cuando resuelven un puzle que les ha tenido en vilo, sólo que ellos no sienten la zozobra que experimentamos los adultos, ellos confían en que el tiempo va dando las respuestas y de que todo llega en su momento. Y dicho todo esto recordé que ya hace dos años publiqué el Romance y leyenda entre un pirata y una sirena. Que ahora os invitó a volver a leer.
Algo que contar © 2017 by María Jesús Legaz Mellado is licensed under CC BY-SA 4.0