domingo, 26 de noviembre de 2017

La tarde de los domingos

Días de familia, de recogimiento, días para pensar, días para sentir, días para dormir, días para vaguear, días de cine, días de palomitas, días de manta y sofá, días de plancha, días de sesión de tarde prorrogada hasta la noche, de pensar en las comidas de la semana.... Así son los domingos por la tarde.
En mi casa tenemos opiniones para todos los gustos, las hay que se levantan pensando en el lunes y se agobian, las que aprovechan para dormir y hacer los deberes y a mí que me gusta hacer un poco de todo lo que he dicho antes.
Me mola porque es mi tarde de las listas y los propósitos, con regustillo puedo ver que tengo cinco días por delante para hacer muchas cosas tanto en el trabajo como con mi familia, y aunque algunas de ellas parezcan rutina, finalmente no lo son porque siempre hay algo nuevo en el hecho de hacerlas. Y así va pasando la vida, día tras día cual rueda, quedando a nuestra merced poder hacerla apasionante, pudiendo convertir una estresante tarde de compras de Black Friday en la primera sesión de maquillaje de mi hija la mediana, acompañar a mi madre a comprar un regalo de pedida y echar dos horas en unos grandes almacenes, escuchar una conferencia de viernes por la tarde en la que se habla de las personas que suman en las organizaciones, disfrutar de una cena en la que se añade una nueva familia a la nuestra, ir a un bautizo y que te dejen tener a la bebe todo el tiempo en brazos y  dedicar unos minutos a agradecer todo lo que ha sido, esto también forma parte de estas tardes.

martes, 21 de noviembre de 2017

Un puente cualquiera

Este foto que veis corresponde a un cuadro que me regalaron por mi cumpleaños, la artista es Mª José Delgado y aunque ella dice que lo pintó en pocos días, a mi me gustó tanto que durante cinco años me dormía mientras observaba la espesura del bosque sin apenas percibir el sendero que en forma de puente conducía hacía alguna parte.
Antes de proseguir quiero hacer alguna aclaración más, el cuadro que es creación original, se inspira en una foto de un paisaje otoñal. La hizo un amigo en tierras lejanas, y me impactó nada más verla, tanto por la viveza de los colores: ocres, marrones, rojizos, amarillos, todos tienen cabida, como por el puente que asomaba tímido, un camino que quiere nacer, aunque se oculta, temeroso de hacerse notar.
Y toda esta explicación por Caprichos del destino se remonta a un año atrás, en otro cumpleaños, que esta vez celebraba en Nápoles. El motivo visitar a mi hermano que estaba de Erasmus. Aunque entre nosotros hay mucha diferencia de edad, no me había percatado de ella hasta que alguien, que luego me juró y perjuró que no me había mirado bien, me preguntó si era su madre. Mi cara debió ser un poema, porque a la chica se le fue el efecto del vino de la cena al centro de la tierra. Tanto me llegó que me acosté jurando a lo Scarlett O'Hara que no me volvería a pasar algo igual.
El sábado tras una maratoniana visita a Pompeya (paréntesis "volveré sin dudarlo"), me faltó tiempo para auto-regalarme una camiseta, la más juvenil que encontré, para poder ir a una fiesta "hippie" con mi hermano. Tengo que decir que aguantamos apenas un rato, y es que hay cosas que se hacen a los 20, y yo ya había pasado por el Madrid universitario.

Lo que importa es que volví decidida a darle una vuelta a mi armario, mi pelo... y ya, porque todo lo demás es lo que siempre había querido, sólo que crear una familia numerosa a veces te hace olvidarte de ti un poco. Y es que hay muchas pequeñas cosas que podemos hacer para sentirnos mejor.
La cuestión es que el cambio se debió notar, porque en menos de un mes, alguien se percató del mismo y fue de verás un antes y un después. Aquí hago un inciso, soy una convencida, de que el cambio empieza por la actitud de uno mismo hacía si, aunque si alguien que no esperas se da cuenta y te lo dice, el subidón es tan grande como cuando en la oca caes en los dados y subes del 26 al 53 y tiras porque te ha tocado.
Volviendo al tema, empezó un nuevo año y con el la búsqueda, ¿de? De mi sitio, mi peinado, mi estilo, y así podría seguir, en definitiva, se abría una nueva forma de entender la vida, en la que todas las piezas encajarían a la perfección.
Ese año no fue fácil, Up & Down, Arriba y Abajo, pasaba del enfado a la risa sin punto intermedio. Repasé algunas cosas sin hacer y sin decir, convencida de que para seguir tenía que soltarme, liberarme de esas cargas. Confieso que dejé a una persona por el camino, volviendo la vista atrás, imagino que fue necesario, no estoy orgullosa, aunque por algún motivo así debía ser. Si me la vuelvo a cruzar otra vez, le diré lo contenta que estoy de sus logros y de como ha conseguido ser feliz y que imagino las dificultades que debió atravesar para avanzar.
Para terminar eso me trajo el cuadro a mí, primero un trozo de bosque en el que se adivinaba una estructura de madera que invitaba a ser cruzada. Y lo hice, vaya que si.  Y que ahora unos cuantos años después miro la pintura,  ubicada en el comedor, y será una ilusión óptica, porque ahora veo la imagen de unos árboles que adornan los lados del camino y que a pesar de dar sombra, dejan cruzar a los rayos de sol.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Mi cumpleaños

Hoy es mi cumpleaños, día para celebrar la vida, además de felicitar a la que me la dio doblemente. Porque a ella también le dieron la vida tal día como hoy. Desde pequeña me ha encantado celebrar mi cumpleaños, además de esperarlo con ansía, porque al ser de noviembre hay determinadas edades que te apremia cumplir, los 18 diría yo la que mas, me sentía especial ese día. Recibía telegramas de mi padrino dónde estuviera, la fiesta en casa, los regalos, porque si me gusta dar, por supuesto que también recibir y hasta versionaba la canción de Cecilia del Ramito de Violetas cambiando el 9 por el 19 de noviembre, tanto la canté que una amiga y mi tía me mandan flores virtuales hoy, ¿será casualidad?

Llevo desde primeras horas de la mañana recibiendo mensajes de felicitación, de mi familia, mi padrino, que ha cambiado el telegrama por el WhatsApp, mis grupos de compañeros de clase, del cole y del instituto, amigas de ayer y de hoy, amigos de risas y batallas, compañeros de trabajo... todos han dejado por un momento sus quehaceres y su vida, para escribirme unas palabras llenas de cariño y eso es de agradecer.
Este año que se ha ido, me deja con una vela más por soplar en el carnet de identidad, lo cual me alegra porque si repaso la mochila la veo cargada de color. He llorado mucho aunque he reído más, he sufrido acompañando en la enfermedad a dos personas que quiero mucho, lo bueno: ya les he acompañado en la celebración de su curación. Ahora tengo una tercera,  en plena historia, para ella: Ánimo esto también pasará. Interesados contactar con ... ¿eran así los anuncios por palabras?
Brindo por todos los que están empezando a creer que se puede, yo ya soy de esa religión: Sí se puede, bueno unos días más que otros, aunque lo importante es jugar.
Brindo por todos los que estáis allí cada día haciéndome el camino más fácil, con vuestras bromas, comentarios, abrazos, apreciaciones, por las cervecitas del viernes por la tarde, los desayunos de primera hora, los break en la oficina para comentar la jugada, los cafés en Ca Flor, los que lleváis toda la vida y los recién llegados, por los que escriben mail que me guardo para volver a leer y por supuesto para los silenciosos, que con estar ya llenáis.
Y ahora escribo el post número 21, cumpliendo El mito de los 21 días. Estas cosas de las teorías uno  las adapta como quiere, empecé el blog para mí, como medio para expresar aquello que voy viviendo, y en cada una de estas 21 entradas me he ido animando a quitar capas para sin miedo escribir lo que quiero contar.
Por todo ello: ¡Felicidades Chus por lo que eres y lo que está por llegar! y a todos:


martes, 14 de noviembre de 2017

Sobre dar y recibir

Si di fue porque me dieron, y aunque no me arrepiento de las cosas que di, porque las entregué con el corazón, si me ha enseñado la vida, que a veces forzar las circunstancias, sin que estas sean las naturales, puede pasar una factura muy cara.
Cuando ya crees que vas cogiendo el ritmo a esto de vivir, entonces te toca pasar de curso, y es que los aprendizajes son eso, lecciones que tenemos que poner en marcha.
De nada sirve toda la teoría del mundo si luego no la practicas, y cuando desde tu corazón sientes que ha llegado el momento, hazlo. Lo puedes retrasar aunque no funciona será como un despertador, suena la primera alarma, espaciada una segunda y la tercera llega de forma ininterrumpida hasta que te levantas.
En esto igual, si toca hacerlo adelante!!!.
Y en eso estoy, así que manos a la obra. Primero estoy escribiéndolo a modo de toma de conciencia, luego visualizaré y a la de tres ¡acción!.
En todo momento incorporo el mensaje de agradecimiento porque eso es de verdad lo que siento: por lo que me han dado, por lo que está por venir y por lo que yo he dado y estoy por dar.

viernes, 10 de noviembre de 2017

El amor incondicional

Hace unos días mi hija pequeña me preguntaba: "¿Mamá la palabra incondicional existe?", me sonreí y le dije claro, está formada por el sustantivo condicional y la acompaña el prefijo in-, y significa sin condiciones. Tras una breve explicación lingüística, le dije mejor te pongo un ejemplo y ya verás como no se te olvida.
Iba conduciendo y me quedaba el tiempo para completar la explicación hasta que llegáramos a casa, lo primero que me vino a la cabeza fue amor incondicional, así que empecé a hablarle del amor, de ese sentimiento en el que no ponemos condiciones, de ese que nos hincha el corazón sin necesidad de explicaciones, de ese que nos revolotea sobre el estómago cual mil mariposas en marcha, de ese amor que podemos experimentar sin nada a cambio, de AMOR  (lo que no muere A-MOR) en toda la extensión de la palabra.
Del sustantivo pasé al verbo: AMAR, y le explique lo que para mi significaba y la diferencia con QUERER. La diferencia entre el deseo y la posesión frente a la entrega sin más.
Cuando di por concluida la explicación, le pregunté para que quería saberlo, me dijo que tenía que escribir una historia con la palabra incondicional y que justo había pensado hacerla sobre el amor.
En su historia hay tres protagonistas; un rey, su hija (la princesa) y un campesino. Los jóvenes estaban enamorados aunque las diferencias sociales no les permitían llevar una vida juntos. Tal fue la tristeza de la joven que decidió dormir para siempre, abandono la vida consciente ante la negativa de todos. El rey desesperado al ver a su hija en esa situación llamó a curanderos, magos, brujas, intentó distraerla, aunque no sirvió de nada.
Tras mucho pensarlo, su corazón superó a la razón y llamó al chico diciéndole, no puedo darle la medicina que necesita, mira tu que puedes hacer. El joven corrió hasta su amada ayudándola a despertar. Hasta aquí el cuento, sencillamente genial y simple como la vida misma.
Claro que yo me quedé dándole alguna vuelta a otro final igualmente feliz aunque ligeramente diferente. En mi mundo adulto las cosas se complican más, el sueño de ella, se convierte en una metáfora del abandono de las ganas de vivir, una aceptación no consciente de la vida, así que me duermo, paso como un fantasma por la vida, me convierto hasta en un ser invisible, en definitiva me anestesio ante el dolor. El joven la ayuda a salir de ese letargo, lo personalizamos en el amor físico, además de una persona puede ser cualquier estímulo, lectura o señal que nos haga despertar en un determinado momento.
Es genial cuando dice que la ayuda porque verdaderamente sino deseamos hacerlo, nadie ni nada puede obligarnos. Cuantas veces hemos visto la solución para los demás tan clara que se lo hemos dicho con todo nuestro amor y emoción y después de asentirnos se han quedado tal cual, porque no estaban preparados, ni escuchando, simplemente no era su momento.
El padre-rey, representa nuestras propias limitaciones, aquellos sueños, metas que dejamos de cumplir porque nos dicen que no podemos, y sin intentarlo desistimos, porque alguien o algo nos hizo saber que no éramos suficientemente buenos o capaces.
Y colorín colorado, con este cuento me he quedado, con la sorpresa de lo que podemos aprender de unos peques de 10 años. Intuyendo que cuando recuperemos parte de ese niño que llevamos dentro todo será más fácil, o por lo menos será.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Cada día se aprende algo nuevo, a veces hasta dos















  • Café y tostadas de mantequilla, ahora cambiado por un té verde y pan integral con aceite.
  • Ducha.
  • Ropa elegida la noche anterior complementos incluidos, esto me asegura utilizar todas la bisutería del cajón y no llevar siempre los mismos pendientes, pulseras y anillo.
  • Perfume, fiel desde hace más de una década a Narciso.
  • En semanas alternas ejerzo de choferesa, eso me asegura mi rato de los 40 principales, el resto de los días Kiss FM.
  • Fichar y charlita con una compañera
  • Ordenador/teléfono/ordenador/Visita/teléfono/ordenador/comentario del día/ un poco de risas/ordenador/fichar otra vez.
  • Etc., etc.....
Y así podría seguir con la lista de las cosas que hago cada día y que se repiten a modo de pequeños rituales. Todos estos actos me ayudan a mantener mi zona de confort segura y tranquila.

Hace ya un tiempo sentí la necesidad de incorporar nuevas cosas, entre ellas escuchar una canción que me haga bailar recién levantada. Así que me puse manos a la obra y cada día elijo una diferente aunque casi siempre son letras conocidas que me permiten cantar y en ocasiones evocar recuerdos muy divertidos. Si por las mañanas voy un pelín deprisa la escucho por las noches, y como algunas son en inglés pongo el vídeo con la letra y práctico un rato. Confieso que esto me obliga a escucharlas dos veces, una para ejercitar el oído y la otra para sentir.

También hace unos meses que incorporé el agradecimiento consciente a mi día a día, no sigo un esquema fijo, a veces lo hago durante el momento concreto, en ocasiones preparo una larga lista de cosas que quiero agradecer despacio y cómo merecen y otras es un simple GRACIAS antes de quedarme dormida.

Hasta aquí tenía interiorizadas algunos de las cuestiones que hoy se han planteado en la charla Vivir con Alegría de Estrella Piqueras, y gracias a lo escuchado voy a integrar dos nuevos momentos, el del ejercicio mariposa, muy sencillo y que nos permite abrir cada día nuestros pulmones para RESPIRAR mejor, y creedme de esto se trata: de tomar oxígeno y soltar en cada exhalación aquello no queremos. Y la de hacerme una lista de logros, intentaré rememorar a ratitos la emoción que sentí en esos momentos. Entendiendo que en absoluto es una vuelta al pasado sino un sentir que sí se puede. Algunos no serán divinos de la muerte, en ese caso recordaré como se transformaron en oportunidades.

Para empezar os contaré el que se me ha venido hoy a la mente durante la charla; tenía 8 años y era verano, como cada año en el mes de julio acudíamos a los cursos de natación de la piscina municipal. Ese año para concluir el curso hicieron una competición con distintos clubes locales y regionales, y ahí estábamos todos los niños nerviosos y deseosos de saltar al agua.

Comenzaron las eliminatorias por edades y en todas me fui clasificando, con el tiempo justo, pero me colaba para la siguiente. Así durante un par de días hasta que me vi en la final. Mis monitores, Eduardo, Julián y Antonio, seguro que había más pero he nombrado a los que recuerdo, iban uno por uno animándonos, ya que competíamos con niños que entrenaban durante todo el año, creo que me dijeron que disfrutara y esas cosas.

Recuerdo como salté y empecé a nadar crowl como sino hubiera un mañana, veía los cuerpos de los otros nadadores, íbamos muy reñidos, seguí sin parar, recordando respirar pocas veces para no perder tiempo, y en un momento dejé de ver a los demás porque tocaba pared, había llegado. Cuando levanté la cabeza, vi a mi monitor listo para sacarme del agua y decirme enhorabuena eres medalla de bronce... Me supo a oro, jadeando levanté la cabeza a buscar a mis padres en la terraza de arriba y ver como me aplaudían.

Tuve poco tiempo para reponerme el justo para volver al agua porque también nadaba la prueba de espalda. Así que feliz y soñando con mi medalla me coloqué y al oír el pitido me impulsé hacia atrás, ahora si que no veía a nadie, sólo nadaba manteniendo el punto fijo para no torcerme mucho, al comprobar que me aproximaba me giré para ver la distancia y vi sólo agua en dos calles. No me dio tiempo a pensar, seguí nadando todo lo fuerte que pude hasta que sentí la pared.

Lo había vuelto a hacer, me había colado el pódium, de nuevo medalla de bronce.

La entrega de los metales fue un sueño, yo no tenía albornoz del club, así que me dejaron una camiseta y allí estaba yo con mi bañador de competición y mi señal roja en la frente de lo apretado del gorro,  los ojos rojos del cloro y de la emoción supongo, .lo había conseguido. Confié en mí y no pensé solo nade, por eso gané, y es que en la vida a lo mejor no tenemos que pensarla tanto sólo vivirla. Tengo dos medallas de bronce, un sueño cumplido y un abrazo muy fuerte que recibí de todos.

lunes, 6 de noviembre de 2017

No necesitamos decir nada

De todos es conocido que una imagen vale más que mil palabras, aún así le damos un gran valor a estas últimas. Convertimos ese torrente de letras ordenadas en una poderosa fuerza capaz de hundir el Titanic o de elevarnos a lo más alto del Himalaya.

Cuando fotografié la imagen que os muestro, pensé: "que tierno, una joven pareja entrelazando sus manos y mirándose a los ojos. Les acompaña la luna cual testigo silencioso del momento".

Sólo después de unos días me percaté de la frase que se interpone entre ellos, ¿Te gusto? y con cara de póker me pregunté ¿de verdad que hacía falta preguntar eso?  Pronto lo olvidé y empecé a describir el momento de esta forma:

Sus miradas me bastaban para imaginar una unión de almas, de esas que no necesitan ni una letra, ni una canción, ni un lugar dónde recordar que hicieron por primera vez.
Viéndolos percibo la chispa que desprenden sus ojos. Tejen una historia que saltaría del mundo de los invisibles para devolverles a ambos su luz. Estaba escrito que no se encontrarían hasta cumplir cada uno con su misión en la vida, y ese momento ha llegado.

El resto de lo que escribí lo dejo para otra ocasión, porque me vine arriba y me saltaron algunas escenas de película, creo que sin palabras, que tengo en la recámara para los por si.

Era para mi una verdad incuestionable que no se pueden comer espaguetis con tomate en una primera cita, esta teoría me la desmontó volver a ver una de mis películas favoritas de dibujos: La Dama y el Vagabundo. Y es que la imagen de los protagonistas, de este clásico de Disney, compartiendo un plato de pasta en la trastienda de un restaurante italiano, me transporta sin remedio a una velada con mantel de cuadros rojos y blancos, y a una gata con flores.

Otra de las escenas que me hace bailar el corazón transcurre en Memorias de África, se trata del momento en que Robert Redford  le lava el pelo a  Meryl Streep. Este gesto de la vida cotidiana, se convierte en un símbolo de sensualidad y generosidad, dónde el agua cayendo borra cualquier miedo o resquicio de duda. Con esta sensación en mi interior me traslado a un escenario dónde un simple gesto de sorpresa,  acompañado de una mirada nos hace sentir que al igual que Karen, bajo el sol africano, todos brillamos, sólo tenemos que dejar pasar la lluvia.

Y para finalizar rescato a un guapo Mr. Darcy que durante el frío amanecer se funde en un eterno abrazo con Elizabeth, y del que no recuerdo las palabras porque a lo mejor ni las dijeron o a mi me sobraron. Y ese instante me traslada a muchas vueltas, idas y venidas hasta la definitiva, a principios de un otoño.

Entonces releo el texto y me sonrío a mi misma porque para no necesitar decir nada todo lo que os he contado.




miércoles, 1 de noviembre de 2017

Un castillo, una reina y un rayo de sol


Erase una vez hace muchos años una reina que ascendía la colina hacia su castillo, derrotada y cansada, tras librar una gran batalla, en su rostro podía leerse el dolor tras la gran pérdida de muchos hombres, vidas, sin un motivo claro. Y es que los propósitos que a veces tenemos claros pueden tornarse en duda con un solo chasquido de dedos.
La reina al paso por las calles se vio sometida al escarnio público, mujeres con el rostro abatido por la ira y el dolor se agolpaban tras las ventanas, junto a ellas niños pequeños que miraban hacia su soberana con inquietud y temor, marido y padre se habían marchado para siempre ¿qué sería de ellos en el futuro? Habían creído en ella, confiado y seguida y ahora tornaba sola sin mucho más que ofrecer que un cobijo seguro para ellos en el castillo.Ni siquiera, autoestima y confianza les podía ofrecer, porque ella misma la había perdido, se había quedado atrás, enredada en la maleza, escondida en una trinchera.

Las 6:30 am, un despertador devuelve a nuestra protagonista al mundo de los vivos, todavía adormilada se incorpora e intenta recordar el sueño que ha tenido esa noche, antes de olvidarlo corre hacia su libreta dónde su mundo onírico se ordena en páginas.
A cada palabra siente un gran escalofrío que recorre su espalda, y es que si ha podido sentir el dolor de esa mujer a la vuelta de una batalla, ahora puede reconocerse en cada una de las palabras que está escribiendo.
Siente que el regreso es de cualquiera de las situaciones que nos rodean cada día, ni siquiera tiene porque ser la peor, muchas veces esos pequeños roces se amontonan y el más liviano nos hace caer, los rostros de las mujeres se convierten en sus frustraciones que acumula cada día en su vida de adulta y los niños son esos deseos de niña que sean quedado en el tintero. El ascenso al castillo se convierte en esa empinada cuesta que nos lleva hacia el interior, hacia nuestro yo más profundo, al lugar donde lamer nuestras heridas y prepararnos para salir de nuevo.
Sabe que tras cada letra se esconde una metáfora, vive en el siglo XXI, donde las luchas además de ser un conflicto armado en diferentes partes del planeta, son las batallas de los hombres y las mujeres consigo mismos. Y es que muchas veces, los miedos, las creencias, el cómo nos vemos a nosotros mismos se puede convertir en nuestra más poderosa arma de destrucción.
El cómo salimos es una elección personal, podemos hacerlo temerosos y a hurtadillas por la puerta trasera con una coraza, podemos elegir cerrar ventanas y compuertas para que no vuelvan a dañarnos o abrir bien todos los rincones para dejar que entre el sol y la brisa fresca.