domingo, 10 de febrero de 2019

Imperativos y otras cuestiones



Esta semana os comparto esta reflexión firmada por Borges, y con la que estoy totalmente de acuerdo. 
Nacemos libres y sólo cuando vamos creciendo decidimos ir creando ataduras, que encorsetan nuestra forma de vida.
El primer recuerdo consciente que tengo es con las marcas de ropa, deseaba ser parte de la tribu, así que tras insistir a mi madre hasta la saciedad me compré una camiseta de una marca española, con nombre de enganche (este no es el sitio para hacer publicidad). Tras esta vinieron mis primeros vaqueros de marca, segura que tras ellos vendría "un tío grande" subiendo a un autobús. Esta última frase me daría para otra entrada sobre el uso de la publicidad sexista, aunque no es lo que me ocupa en este momento.
Estos son solo dos ejemplos de la manera en que vamos aceptando los imperativos en la vida hasta estar totalmente convencidos de que hacemos las cosas como queremos, y no como nos las venden.
En este momento y sentada en el sofá, releo la cita y me doy cuenta que efectivamente los sueños son parte mía, nadie puede obligarme a tenerlos, simplemente ocurren, como el que os relataba la otra semana. Cerramos los ojos y correteamos por esos lugares cargados de símbolos, a veces extraños otras familiares, lo que si os digo es que nunca me dejan indiferente.
Repaso también en este mes del amor el significado de "amar", y como evoluciona este sentimiento con el paso de los años. Aunque leí de muy jovencita El Principio, movida seguramente por la corriente de turno, ha sido hace muy poco cuando he descubierto esa diferencia entre querer y amar. Esa forma de vida sin condiciones en la que permites al corazón que hable junto a tu mente sin que esto turbe o altere tus decisiones, porque una vez que abres este pequeño músculo, que impulsa la vida, a la conciencia ya nada es igual.
Y con esto llego a leer, una pasión que me acompañe casi desde que fui capaz de sostener un libro, me faltarían adjetivos para definir ese olor que desprenden las hojas al ser pasadas, un inciso voy a intentar pasarme al  libro electrónico por cuestiones medioambientales, la sensación de caer en la siesta con el peso del libro sobre mi pecho y sobre todo la posibilidad de crear imágenes y protagonistas como yo desee, convirtiendo cada párrafo en un trozo de mi vida.
Cuando mis hijas eran más pequeñas intenté despertar esa pasión en ellas, y aunque lo probado de distintas formas no lo he conseguido, lo que se convirtió en una frustración para mí porque no entendía que estaba haciendo mal, ahora me doy cuenta ha sido de sus primeras e-lecciones de  sus vidas. Y es que leerán cuando ellas lo deseen, no cuando yo se lo imponga. De nuevo acepto que hago mi trabajo de jardinería, plantar la semilla, como ellas la dejen crecer esa es otra historia. 
Pues con esto de ser feliz, ocurre los mismo, nadie puede obligarnos, no es cuestión de convertir un estilo de vida en una esclavitud de estar siempre bien. A veces lloramos y somos felices porque eso es lo que deseamos hacer. Así que siente en cada momento que te hace feliz y vívelo o...  o no tu decides.

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