domingo, 17 de febrero de 2019

Un regalo inesperado

 ¿Qué son los regalos? ¿Cómo nos llegan? ¿Qué sentimos al recibirlos? ¿Sólo pueden venir encerrados en cajas?

Al nacer recibimos regalos visibles, todos acuden a conocernos con un paquetito envuelto que contiene ropita, colonia o cualquier otra cosa que la persona que ha pensado en nosotros y nuestros padres decide regalarnos. A medida que vamos creciendo siguen llegando más paquetes de esos envueltos, por reyes, por nuestro cumpleaños, santos... en principio siempre responden a fechas determinas y establecidas en el calendario.

Y así casi sin darnos cuenta entramos en un estado de consumismo, en el que siempre nos falta algo y no conseguimos disfrutar todo lo que tenemos.

En una época en la que la economía circular está de moda y se financian cientos de proyectos relacionados con cualquiera de los elementos que podamos imaginar, textil, comida, muebles...se impone también aprovechar cada cosa que nos pasa en la vida para sentirnos regalados.

Con el paso de los años un buen día descubrimos el valor de esos regalos que llegan a nuestra vida casi sin esperarlos y que no tienen grandes envoltorios ya que a veces su tamaño es tan grande que harían falta medio bosque para cubrirlos ( y si de verdad estamos tomando conciencia de este mundo hay que hacerlo desde cualquier forma).

Estoy pensando en los obsequios que nos llegan a través de una llamada inesperada, de alguien que hace siglos no habías visto y que dice que te encuentra fenomenal por teléfono y que se alegra hayas cruzado ese puente, la foto de ese puente que te regalan por tu cumpleaños transformada en pintura.

A ese mensaje de WhatsApp que te envían y envías y que llega just on time para quien lo recibe. Una canción de Marwan o de Dani Martin.  Cuando sales sin ganas y resulta ser una noche especial,  o ese café en el que te encuentras con un compañero que te recuerda todo lo que hiciste por él.  Ese viaje inesperado que no planeas y que te descubre quien eres sin envoltorio.
Ese vuelo que levanta la gaviota frente a tu ventana, y que por momentos te hace olvidar como te pone el coche en su recorrido.

Y lo mejor las personas que nos acompañan en nuestro caminar diario, familia, amigos, compañeros y todos los que llegan de forma anónima y se quedan para sumar, y lo que apenas pasan un minuto y no los vuelves a ver, aunque dejan su impronta.

Cada día recibimos cientos de regalos que nos vienen de muy diversas formas sólo tenemos que estar despiertos, recibirlos y siempre dar las gracias.




3 comentarios:

  1. Disfrutar de las pequeñas cosas, nos hace feliz. Gracias.

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  2. Es verdad que el regalo inesperado,al estilo de "siempre imprevisible", es el mejor.Yo hace poco les regalé un Fiat 500 nuevo (el pequeño,el de la Barbie) a unas sobrinas mías.Ellas repetian una y otra vez:"gracias, gracias",y yo repetía "gracias a vosotras por aceptarlo". Alberigo CARACCIOLA.

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