domingo, 14 de abril de 2019

Los ruidos del desorden


Hoy me levanto y lo primero que encuentro es una pila de ropa en el comedor. Bajo una forma de montaña se entremezclan los blancos de las toallas, que se asemejan a las cumbres nevadas, y que están sobre las otras prendas de colores, camisas, pantalones que con sus mangas y patas simulan caminos de bajada que descienden al lugar dónde se agrupan los calcetines y ropa interior, revueltos, a modo de flores primaverales que surgen de forma espontánea en los valles.
Quedo admirada ante tamaña obra de arte, aunque el fin de la lavadora me devuelve al sentido común y me recuerda que la ropa está ahí pidiendo ser ubicada en algún lugar de los armarios, porque bajo ese montón también hay un sillón que espera paciente descansemos sobre él. 
Tras tender la lavadora, vuelvo de nuevo al blog y continuo escribiendo, porque la entrada de hoy va a ir sobre esto: los ruidos y los pequeños detalles que nos devuelven al presente y cómo en cada uno de nosotros obra un efecto diferente.

La semana pasada tuve la oportunidad de estar en una jornada sobre comunicación  en proyectos, organizada por nosotros, en la que además de compartir tiempo con nuestros investigadores, asistieron compañeros de otras instituciones. En uno de los ejercicios prácticos acerca de como convencer a un alto cargo en un ascensor, tienes de tiempo lo que dura el viaje, se puso de manifiesto que además de los plásticos son los ruidos los que están matando a nuestros cetáceos, no los matan por ingesta, aunque su efecto es mas letal, la continua exposición a sonidos que no son propios del mar y su hábitat, los desorienta y atonta hasta el punto de conducirlos hacia las costas donde encallan y mueren.

En ese momento lo dejé estar porque tenía otras ocupaciones, que no preocupaciones, en mi cabeza. Es hoy cuando, tras vivir ayer una experiencia de silencio, caigo en la cuenta de la cantidad de distracciones y ruidos que tenemos a nuestro alrededor y que nos alejan de aquello que estamos haciendo. Hemos sustituido el canto de un pajarito en la ventana por un beap-beap digital que anuncia la llegada de un mensaje, ¿Quién será ? Corremos presurosos a ello. Yo misma me he visto cocinando y atendiendo conversaciones, y me da mucha pena reconocerlo porque soy una fan empedernida del chup-chup del agua al cocerse y transformarse en delicioso caldo.

Así que volviendo al ejemplo marino, también nosotros nos descolocamos con la cantidad imágenes y sonidos que se producen a nuestro alrededor, es como no saber a que atender primero. Y en medio de esa maleza intento ordenar mi mente, imaginando cómo me gustaría estuvieran dispuestas las cosas para ir sintiéndome mejor cada día, así que ordenar se convierte en una primera opción, para ello desprenderme de todo lo que ocupa un espacio y ya no utilizo, es el segundo paso, y dejar sitio a lo nuevo sería el resultado.

Y esto novedoso que llega a mi vida no tienen porque ser cosas nuevas, puede ser simplemente la nada, es decir dejar espacios abiertos, open concept (tan usado en las cocinas modernas que aparecen unidas al comedor). La mente en blanco cual lienzo dispuesto a ser pintado cada día, la hoja de un cuaderno esperando a ser escrita o  la línea de una entrada al blog.

Es aquí cuando descubro que no me puedo auto-callar, que si tuviera cualquiera de los objetos descritos antes y de un blanco reluciente a mi alrededor seguramente empezaría a crear, a garabatear y a expresarme, porque es esta la manera en que hago las cosas, tocándolas, palpándolas y en definitiva sintiéndolas. Es la forma en que trabaja mi mente y mi corazón y doy fe que en este punto se dan la mano. Porque ese desorden aparente puede inspirar los mejores momentos de la vida, y nadie mejor que uno mismo para saber que es aquello que le emociona.


¿Escribir o doblar ropa? Esa es la cuestión de mi domingo de hoy, a estas alturas ya imagináis que he elegido ¿verdad?  Buen día y buena semana, para la pasión, la caída y la resurrección.


1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo María Jesús que bien expresado,
    nuestra vida muchas veces está llena de "ruidos"q a veces hacen que no oigamos lo que de verdad nuestra mente y alma quiere o necesita oir. Por eso tenemos que parar de vez en cuando y escuchar...

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