domingo, 26 de mayo de 2019

Un paseo celestial

Tocar el cielo con las manos, ¿Puede el cielo alcanzarse? ¿Podemos elevar tanto las manos que nos parezca que alcanzamos lo más alto? ¿Qué nos puede producir en esta vida tanta satisfacción? A veces es conseguir una buena nota, que la persona que nos gusta nos dedique una mirada u hoy en día un mensaje de WhatsApp, una buena noticia en el ámbito profesional, los resultados negativos de una prueba médica o por el contrario un positivo transformado en dos rayas rosas que confirman un embarazo, y así podríamos hacer una lista interminable de motivos por los que alcanzar el firmamento.  
Una vez que llegamos a él, si de verdad pudiéramos tocarlo, ¿Qué haríamos? ¿ Amasar las nubes, como si de harina se tratara entre nuestras manos? Como soy golosa mas bien me imagino un gran algodón de azúcar, esponjoso que se deshace al intentar moldearlo, escapando de las formas convencionales, para proseguir su camino en libertad. 
Porque de eso se tratan las caprichosas formas de la nubes, de instantes efímeros que nos reportan felicidad mientras son mecidos por el viento, daros cuenta que diferencia entre ser barridos y la palabra que he utilizado. La primera mecer, nos transporta a los cálidos brazos que arrullan a un bebé, la otra barrer nos hace sentir que sobramos, es algo que hacemos para eliminar la suciedad. Imagino que dependiendo de cómo me siento utilizaré una forma u otra.
Prosigamos nuestro viaje, una vez alcanzadas las nubes, si nuestra mano siguiera avanzando ¿Qué creéis que haría? En mi caso lo tengo claro, llegaría a las estrellas y me las puedo imaginar o como galletas de canela, que me encantan, o como pequeños botones de contacto que al ser rozados por mi dedo índice se encienden e iluminan nuestra noche más oscura. Pueden mostrarnos un camino o acompañarnos en ese momento especial tumbados en la playa, aportando la luz justa para ver esa silueta que se adivina tumbada en la arena, uhm puedo sentirlo.
En ese paseo estelar sorteamos las pequeñas luminiscentes, porque una vez arriba si ya tenemos el cielo a nuestros pies, se trata de continuar sin hacernos daño mutuamente. Y puestos a pedir queremos un sendero porque el que avancemos de forma cómoda, en el que podamos conocer otras formas de vida, y así poder despertarnos para comenzar un nuevo día.
Porque para pasear entre las nubes no hace falta estar soñando, podemos experimentarlo en cada una de las situaciones que vivimos transformando los elementos a nuestro antojo y disfrutando del momento.
Y ¿Qué pasará cuando vengan nubarrones? Pues para eso podemos comprarnos un chubasquero y ver cómo resbalan las gotas que caen, y si después de chispear, llueve, para ese momento buscaremos una tabla salvavidas; los hay que dispondrán de barco, si este es grande, a lo mejor nos puede dar cobijo. Y si pillamos una corriente de aire tan fuerte que diluvia y se forma una cortina de agua que nos impide ver más allá, entonces la apartaremos con la mano para ver a través de ella, que no se puede, como no hay mal que cien años dure, en algún momento parará, oye y si esta historia no me gusta pues la cambio que para eso es la mía.
Este es el poder de las palabras, los dichos y la forma de entender la vida, son en sí mismos, todos estos elementos tan fuertes, que una vez comprendemos su poder tendríamos que sentirlos dos veces antes de dejarlas y dejarlos escapar de nuestra boca y pluma.

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