domingo, 15 de marzo de 2020

Recuerdos de niña

Sintiendo los latidos del corazón
Si tuvieras que destacar algo de tu infancia ¿Qué sería? ¿un olor? ¿una canción? ¿una serie?, puedes elegirlos todos porque …….. ¿Qué es nuestro pasado sino un conjunto de sensaciones que a modo de ráfaga nos llegan y nos transportan caprichosamente hacia atrás para devolvernos al presente? 
Os contaré que recuerdos tengo yo y cómo me llegan, las castañas, cada vez que veo un puesto, y ya quedan pocos, me recreo en el olor al humo, en la textura, en como se tiznan mis deditos mientras las estoy pelando, y por fin llego al fruto, pequeño, rugoso y carnoso que me encanta masticar. Las castañas marcan el inicio de noviembre y el día de todos los Santos.
Y claro he mencionado la palabra mágica, porque ese día me gusta comer los tradicionales Huesos de Santo, no sabría decir exactamente la receta, si recuerdo que llevan mucho azúcar y que me encantaba comerlos en casa de mis abuelos, ahora los encarga mi padre.
El potaje de bacalao en Viernes Santo, en ese momento no me apetecía nada comerme el guiso recién levantada, ahora lo hecho de menos, imagino que no la elaboración, porque ahora mismo está accesible a todos, más bien son las manos que lo hacían y la forma de sentarnos a la mesa.
Y tras muchos meses con esta entrada bloqueada sin saber cómo continuarla, hoy por encuentro como retomarla. Estamos en el día 2 del confinamiento, activado desde la CARM y Gobierno Central, para unidos poder vencer esta situación. Y ahora que soy madre, me preocupo, o más bien me ocupo de mis hijas y de mis mayores, a los que llevo ya varios días sin ir a verlos, por temor a que les pase algo.
Es entonces cuando más recuerdo la expresión de miedo y preocupación de mis abuelos y tía abuela, cuando el golpe de estado del 23F. Entonces no era un tema de salud pública, eran otras cuestiones. Y aunque sólo duró una noche, las despensas se abastecieron y las mentes se preparaban  para lo que pensaban estaba por venir. Y es que el miedo y los pensamientos son libres, el primero nos paraliza, los segundos campan a sus anchas dejándonos en ocasiones en tierra de nadie y a merced del viento que sople más fuerte.
Me reconozco en el supermercado con una mezcla de estupor, asombro y al mismo tiempo apresuramiento por comprar, y aunque intento mantener la calma, los siglos de experiencias familiares pasadas, me hacen dudar y coger la primera bandeja de carne que veo cerca, en casa ya pensaré como lo cocino. Lo importante es tenerlo. Salgo de mi letargo y me digo esto no puede estar pasando, es el siglo XXI, la campanilla con la llegada de un mail me devuelve a la realidad, claro es el año 2020, ¡sorpresa!  son las instrucciones de mi jefa para teletrabajar, porque no podemos salir de casa.
Un nuevo recuerdo viene a mi mente esta vez es mi padre, enseñándonos a nadar, y dándonos las instrucciones sobre como bañarnos, nos decía mirar al mar, el tiene su propio código, igual que vosotros tiene días muy buenos en los que os regala su azul y unas aguas cristalinas, más también hay días malos en el mes, en estos se revuelve con rabia y al igual que un corazón ennegrecido sus aguas se tornan de un verde oscuro. En esos momentos respetar su enfado y dejarlo pasar, sólo serán unos días de levante hasta que todo vuelva a la normalidad. Sed prudentes y responsables, contemplarlo en la distancia, leyendo un buen libro o comiendo un helado, el también se amansará.
Así que con estos recuerdos que escribo hoy, me quedo, porque encierran mucha sabiduría y me calman en este domingo 15 de marzo de 2020.... y aunque mi mente intenta sacarme de esta paz preguntando ¿Cómo recordarán mis hijas estos días? Con palmas, el himno de España en el barrio y un bombardeo de mensajes en las redes sociales, aunque lo más importante #nosotrosnosquedamosencasa y #juntospodemos.
 

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