martes, 21 de noviembre de 2017

Un puente cualquiera

Este foto que veis corresponde a un cuadro que me regalaron por mi cumpleaños, la artista es Mª José Delgado y aunque ella dice que lo pintó en pocos días, a mi me gustó tanto que durante cinco años me dormía mientras observaba la espesura del bosque sin apenas percibir el sendero que en forma de puente conducía hacía alguna parte.
Antes de proseguir quiero hacer alguna aclaración más, el cuadro que es creación original, se inspira en una foto de un paisaje otoñal. La hizo un amigo en tierras lejanas, y me impactó nada más verla, tanto por la viveza de los colores: ocres, marrones, rojizos, amarillos, todos tienen cabida, como por el puente que asomaba tímido, un camino que quiere nacer, aunque se oculta, temeroso de hacerse notar.
Y toda esta explicación por Caprichos del destino se remonta a un año atrás, en otro cumpleaños, que esta vez celebraba en Nápoles. El motivo visitar a mi hermano que estaba de Erasmus. Aunque entre nosotros hay mucha diferencia de edad, no me había percatado de ella hasta que alguien, que luego me juró y perjuró que no me había mirado bien, me preguntó si era su madre. Mi cara debió ser un poema, porque a la chica se le fue el efecto del vino de la cena al centro de la tierra. Tanto me llegó que me acosté jurando a lo Scarlett O'Hara que no me volvería a pasar algo igual.
El sábado tras una maratoniana visita a Pompeya (paréntesis "volveré sin dudarlo"), me faltó tiempo para auto-regalarme una camiseta, la más juvenil que encontré, para poder ir a una fiesta "hippie" con mi hermano. Tengo que decir que aguantamos apenas un rato, y es que hay cosas que se hacen a los 20, y yo ya había pasado por el Madrid universitario.

Lo que importa es que volví decidida a darle una vuelta a mi armario, mi pelo... y ya, porque todo lo demás es lo que siempre había querido, sólo que crear una familia numerosa a veces te hace olvidarte de ti un poco. Y es que hay muchas pequeñas cosas que podemos hacer para sentirnos mejor.
La cuestión es que el cambio se debió notar, porque en menos de un mes, alguien se percató del mismo y fue de verás un antes y un después. Aquí hago un inciso, soy una convencida, de que el cambio empieza por la actitud de uno mismo hacía si, aunque si alguien que no esperas se da cuenta y te lo dice, el subidón es tan grande como cuando en la oca caes en los dados y subes del 26 al 53 y tiras porque te ha tocado.
Volviendo al tema, empezó un nuevo año y con el la búsqueda, ¿de? De mi sitio, mi peinado, mi estilo, y así podría seguir, en definitiva, se abría una nueva forma de entender la vida, en la que todas las piezas encajarían a la perfección.
Ese año no fue fácil, Up & Down, Arriba y Abajo, pasaba del enfado a la risa sin punto intermedio. Repasé algunas cosas sin hacer y sin decir, convencida de que para seguir tenía que soltarme, liberarme de esas cargas. Confieso que dejé a una persona por el camino, volviendo la vista atrás, imagino que fue necesario, no estoy orgullosa, aunque por algún motivo así debía ser. Si me la vuelvo a cruzar otra vez, le diré lo contenta que estoy de sus logros y de como ha conseguido ser feliz y que imagino las dificultades que debió atravesar para avanzar.
Para terminar eso me trajo el cuadro a mí, primero un trozo de bosque en el que se adivinaba una estructura de madera que invitaba a ser cruzada. Y lo hice, vaya que si.  Y que ahora unos cuantos años después miro la pintura,  ubicada en el comedor, y será una ilusión óptica, porque ahora veo la imagen de unos árboles que adornan los lados del camino y que a pesar de dar sombra, dejan cruzar a los rayos de sol.

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