viernes, 10 de noviembre de 2017

El amor incondicional

Hace unos días mi hija pequeña me preguntaba: "¿Mamá la palabra incondicional existe?", me sonreí y le dije claro, está formada por el sustantivo condicional y la acompaña el prefijo in-, y significa sin condiciones. Tras una breve explicación lingüística, le dije mejor te pongo un ejemplo y ya verás como no se te olvida.
Iba conduciendo y me quedaba el tiempo para completar la explicación hasta que llegáramos a casa, lo primero que me vino a la cabeza fue amor incondicional, así que empecé a hablarle del amor, de ese sentimiento en el que no ponemos condiciones, de ese que nos hincha el corazón sin necesidad de explicaciones, de ese que nos revolotea sobre el estómago cual mil mariposas en marcha, de ese amor que podemos experimentar sin nada a cambio, de AMOR  (lo que no muere A-MOR) en toda la extensión de la palabra.
Del sustantivo pasé al verbo: AMAR, y le explique lo que para mi significaba y la diferencia con QUERER. La diferencia entre el deseo y la posesión frente a la entrega sin más.
Cuando di por concluida la explicación, le pregunté para que quería saberlo, me dijo que tenía que escribir una historia con la palabra incondicional y que justo había pensado hacerla sobre el amor.
En su historia hay tres protagonistas; un rey, su hija (la princesa) y un campesino. Los jóvenes estaban enamorados aunque las diferencias sociales no les permitían llevar una vida juntos. Tal fue la tristeza de la joven que decidió dormir para siempre, abandono la vida consciente ante la negativa de todos. El rey desesperado al ver a su hija en esa situación llamó a curanderos, magos, brujas, intentó distraerla, aunque no sirvió de nada.
Tras mucho pensarlo, su corazón superó a la razón y llamó al chico diciéndole, no puedo darle la medicina que necesita, mira tu que puedes hacer. El joven corrió hasta su amada ayudándola a despertar. Hasta aquí el cuento, sencillamente genial y simple como la vida misma.
Claro que yo me quedé dándole alguna vuelta a otro final igualmente feliz aunque ligeramente diferente. En mi mundo adulto las cosas se complican más, el sueño de ella, se convierte en una metáfora del abandono de las ganas de vivir, una aceptación no consciente de la vida, así que me duermo, paso como un fantasma por la vida, me convierto hasta en un ser invisible, en definitiva me anestesio ante el dolor. El joven la ayuda a salir de ese letargo, lo personalizamos en el amor físico, además de una persona puede ser cualquier estímulo, lectura o señal que nos haga despertar en un determinado momento.
Es genial cuando dice que la ayuda porque verdaderamente sino deseamos hacerlo, nadie ni nada puede obligarnos. Cuantas veces hemos visto la solución para los demás tan clara que se lo hemos dicho con todo nuestro amor y emoción y después de asentirnos se han quedado tal cual, porque no estaban preparados, ni escuchando, simplemente no era su momento.
El padre-rey, representa nuestras propias limitaciones, aquellos sueños, metas que dejamos de cumplir porque nos dicen que no podemos, y sin intentarlo desistimos, porque alguien o algo nos hizo saber que no éramos suficientemente buenos o capaces.
Y colorín colorado, con este cuento me he quedado, con la sorpresa de lo que podemos aprender de unos peques de 10 años. Intuyendo que cuando recuperemos parte de ese niño que llevamos dentro todo será más fácil, o por lo menos será.

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